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21 de enero de 2012

UNA ROSA Y UN POEMA






Sentada en su mesa de trabajo, notó la mirada de su marido, y ella se la devolvió como una cría enamorada.
Ayer celebraron su aniversario. “Por la mañana recibió una rosa y una cita redactada en verso. Llegó al restaurante del hotel ciertamente nerviosa, como si el encuentro fuera con un desconocido. Le siguió el juego; aunque no necesitaba de este halo misterioso para desear con ansia su encuentro. Acomodado de espaldas a la puerta, lo vio girarse como si barruntara su presencia. Sus ojos se cruzaron y en un apresurado segundo, se dijeron todo. Si la cena fue fascinante, la noche resultó indeleble. En la habitación la sedujo como la primera vez. No había adjetivos que calificasen la cascada de sensaciones que recorrió su cuerpo. Desnuda sobre las sábanas; sintió esa ternura afable, esa galantería descarada y esa pasión desenfrenada, que demostraba en cada encuentro. Sería la diferencia de edad, o su tránsito mundano, mas no paraba de sorprenderla en cada momento”.
Volvió a mirarle y él hizo un guiño sugerente. De pronto sintió que algo no iba bien. Un escalofrío recorrió su cuerpo, una angustia inundó su garganta y su corazón se estremeció. Dicen que cuando la sientes pasa la vida ante los ojos. No sabía si sería verdad, pero sí que era Ella, y acababa de llegar.
Con la mirada perdida visionó su primer encuentro. “Afianzada en su recién estrenada silla de recepción, lo vio pasar altivo, con una pizca de distinción. Paró en seco y con una sonrisa radiante le dio los buenos días. Ella ruborizada a la vez que encandilada, devolvió el saludo”.
Escuchaba un sinfín de ruidos que no podía, ni quería identificar; su mente seguía en aquella época feliz de su vida. “La invitaba al cine, con una rosa y una poesía. Paseaban junto a cristaleras que devolvían la imagen de su talle amarrado y su cara embelesada. Descansaban exhaustos del copioso amor consumido”.
Ahora eran voces, que iban y venían. Unas más altas, otras demasiado bajas. Murmullos lejanos, o ¿era el viento removiendo las hojas caídas? No importaba, “era el día de su boda. El vestido un poco atrevido, pero los ojos de él brillaban entusiasmados y llenos de inconmensurable adoración. Estaba ansiosa porque llegase la noche. No añoraba las horas de amor vividas, pues sabía que quedaban muchas, largas y eternas; llenas de caricias incontroladas, abrazos fundidos y besos apasionados”.
Alguien cerró la ventana y el sonido de una ambulancia dejó de escucharse. Había gente, la sentía a su alrededor. No entendía nada. “Acababan de nacer los gemelos. Dos rosas y dos poemas; es lo primero que vio cuando abrió sus ilusionados y cansados ojos. El se los leyó con tanta ternura y tanto amor, que una cautelosa lágrima se deslizó a escondidas por su sonrosada mejilla”.
Ahora estaban en París. ¡Las bodas de plata y se comportaba como si acabaran de conocerse! Bajo la torre Eiffel le susurró nuevamente al oído, aquellos versos que un día compusiera para ella: Contigo me encuentro bien, sin ti no duermo, a tu lado soy feliz, lejos de ti me muero”.
Ya no oía nada. No había ambulancias, ni voces. Todo silencio. Notó una mano en su hombro y una voz cálida, amable, ahogada.
-Lo siento, ha muerto.

18 comentarios:

  1. Teresa, impresionante¡¡¡
    Me he quedado sin palabras...
    Como escribes¡¡¡
    Gracias por ser mi amiga.
    un beso.

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  2. Gracias a ti por ser así... una buena persona con nobles sentimientos.

    Besos.

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  3. Un hermoso relato, aunque termina triste, no digo final porque un amor asi no tiene final, solo temrina el relato. Un abrazo

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  4. Realmente es muy triste, y más sabiendo que está basado en un hecho real que ocurrió en mi entorno laboral.

    Gracias por tu paso.
    Besos.

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  5. Teresa ,me encanto,dos veces lo leí, final triste un comienzo hermoso, una bonita historia de amor...
    Abrazo

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    1. ¡Hola mardelibertad!
      Me alegro que te gustara la lectura de este breve relato. Hay tantas historias de amor con final triste.
      Gracias por tu visita.
      Besos.

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  6. Triste pero muy cálido a la vez, Teresa.
    Me ha gustado la composición de la trama; ese narrador omnisciente que entra y sale al exterior y al interior de ella.
    Una vez más se da el caso que la realidad supera a la ficción.

    Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.

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    1. Gracias por comentar tu sentir Mos. La mente a veces no asimila la realidad, e inventa o regresa a una situación placentera, dejando para un futuro la aceptación, o no, del suceso que la ha conmocionado.

      Besos.

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  7. La vida misma...

    La vida, compuesta de momentos extremos en lo bueno y, desgraciadamente, en lo malo.

    Buen relato

    Besos

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    1. Así es la vida, generosa y cruel. En un instante te arrebata lo más querido.

      Gracias por tu paso Trini.
      Besos.

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  8. Toda una vida narrada en poco espacio, Teresa.
    Se intuyen sus vidas.
    Imagino el vacío que debió dejar.

    Besos

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  9. El vacío que deja un trágico final a una verdadera historiad de amor, hace que la vida sea más pesarosa; pero dicen que de todo se sale, supongo que con el tiempo sería así.

    Gracias Verónica.

    Besos.

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  10. Hola Teresa ,Principio y fin de un gran amor de pareja... almas gemelas encontradas en esta vida y que no muere vive en el corazón del alma del mundo.
    Una rosa y un poema hermoso y triste es tu genial texto pero la viva tiene principio y final , menos el amor que es eterno.

    Besos de MA.

    El blog de MA.

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    1. ¡Hola Ma! Bonitas las palabras que me dejas.

      Gracias. Recibe un beso enorme.

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  11. Una preciosa historia de amor que es tocada por la muerte. La vida es asi, tan maravillosa como cruel. Pero el amor verdadero no muere nunca, esa energía sobrevive eternamente. Me ha gustado mucho la historia y como la has contado. Un bessito

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    1. Gracias por tus palabras Men. Así es... murió la vida, pero no el amor.

      Besos.

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  12. Todas la bellas historias de amor tienen un final, lo importante es que hayamos podido disfrutar de los buenos momentos y el tiempo no cure las heridas que dejan los malos. Interesante relato.

    Besos

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    1. ¿Qué tal José Manuel? Gracias por tu paso.

      Hay que dar tiempo al tiempo; es el único que puede sanar.

      Besos.

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