Sentado
en un banco deslucido y desvencijado por el paso del tiempo y de las
personas, se hallaba un mendigo. A pesar de su pobreza, demostraba
día a día lo único que le quedaba: su dignidad. No quería dar
pena, ni mostrar a la sociedad su miseria; por eso, en la medida de
sus posibilidades vestía pulcramente y se comportaba quizás un
poco altivo.
Pablo
le había visto por primera vez hace una semana, en un barrio del
extrarradio cuando fue a solicitar un trabajo de Papá Noel. Era uno
más entre los cincuenta que se presentaban ese día, y aunque por
desgracia muchos aspirantes parecían cohabitar con la carencia de
recursos económicos, la actitud equilibrada y serena que manifestaba
aquel hombre, es lo que hizo que llamara su atención.
Acercándose
al frío banco situado frente a los grandes almacenes y eternamente
ocupado por el indigente, Pablo se sentó junto a él.
–Parece
ser que ninguno de los dos conseguimos el traje rojo –dijo mirando
al frente.
–No
sé a que te refieres –respondió el mendigo en tono indiferente.
–¡Al
papel de nuestra vida! Hacer jo,jo,jo, mientras mareamos la campana y
a los viandantes.
Observándole
detenidamente, reconoció al joven que desde hacía unos días pasaba
frente a él con mirada risueña y extrañamente familiar.
–No
era un trabajo bien remunerado –replicó el mendigo, desganado de
conversación.
–Ya,
pero por lo menos habríamos tenido para despedir mejor las Navidades
–dijo Pablo.
–Para
mí son todas iguales desde hace veinte años.
–¿Es
el tiempo que llevas en la calle?
–Más
o menos.
–Parece
que ni la Navidad, ni la gente te gusta mucho; noto cierto resquemor
en tu tono.
–Ambos
son iguales. Hipócritas y consumistas.
–Eso
depende desde el punto de vista que se mire.
–El
mío es totalmente objetivo. Todo es falsedad. Los individuos son
mezquinos, mediocres y egoístas. Basan su existencia en
enriquecerse, denigrando y aplastando al prójimo, y ¡las Navidades!
las han desvirtuado a su antojo para seguir satisfaciendo su
materialismo.
–Vaya,
veo que eres bastante radical, pero no todo el mundo es así.
–La
mayoría.
–Yo
sin embargo, creo en la gente y en las segundas oportunidades. En
algún momento se pueden dar cuenta de su falta de moralidad y sacar
a relucir el idealismo que todos llevamos dentro.
–Tú
si que eres un idealista. Idealista e inocente.
–Por
cierto, me llamo Pablo. ¿Y tú?
–Llámame
Antagonismo –dijo sin mucho aprecio.
–¡Vaya!
Algo muy gordo te ha tenido que ocurrir para guardar tanto rencor.
–Yo
no mido el tamaño del hecho, ni sus consecuencias; pero sí la
insensibilidad y la falta de escrúpulos de quien lo realiza.
Cada
mañana, Pablo se sentaba en el banco para compartir bocadillo y
conversación. Ese sábado llevaba a cuestas su guitarra, pues había
quedado con unos amigos para "darle al cante".
–Toma,
hoy es fiesta. Nos ha tocado de jamón.
–Ya
veo –añadió el mendigo–. ¿Qué llevas?, ¿una guitarra
eléctrica o acústica?
–Acústica
–dijo Pablo asombrado–. ¡Vaya! ¿Te interesa la guitarra o la
música?
–Ahora
no me interesa nada. Antes, la música.
–¿Te
dedicabas a ella?
–Era
compositor.
–!Qué
casualidad! En mi grupo somos mi amigo Juan y yo quienes componemos
las canciones. Aunque tengo que reconocer que mi padre, nos echa una
mano de vez en cuando.
–Y
¿qué tal os va? –comentó más bien por cumplir, que por interés.
–Bueno
… de momento, como miles de grupos aficionados, solo hacemos
maquetas y tocamos de vez en cuando en algún local donde los amigos
celebran fiestas.
–¿Te
puedo dar un consejo? –dijo el mendigo.
–Claro.
–Cuando
veas que las cosas mejoran, ten cuidado; pues seguro que la codicia
florece a tu alrededor.
–No
sé porqué lo dices. Mis amigos son gente legal.
–Sólo
estate atento.
Eran
las seis de la tarde de la víspera de Nochebuena, cuando Pablo llegó
corriendo y ocupó su sitio en el banco. A pesar de la tarde gélida,
llegó acalorado.
–!Hola!
Estoy agotado. Acabo de venir de clase y he quedado con mi madre para
hacer unas compras.
–De
Navidad, claro.
–No
sé como decírtelo para que no te ofendas, pero he hablado con mi
familia y les he dicho que vendrías a cenar en Nochebuena.
–Ni
soñando.
–Pero
¿por qué? Déjame demostrarte que la gente no es tan mala como
piensas.
–He
dicho que no. A mi no me metéis en vuestro juego. ¿Que pretendéis?,
¿redimir los egoísmos que lleváis innatos y que manifestáis a
diario, con un acto de misericordia navideña?
–¿Acaso
me comparas, con el resto de la gente que tanto odias?
–No.
Tu eres diferente –dijo un poco apesadumbrado.
–Lo
soy y lo sabes, porque en este tiempo has permitido que nos
conozcamos y si a ellos les dieras una oportunidad, verías que son
como yo.
–Me
lo pensaré –dijo el mendigo, zanjando la conversación.
Era
Nochebuena y después de meditar toda la noche anterior, decidió
acceder a la solicitud de Pablo. Tardó una hora en llegar, ya que el
albergue donde dormía estaba un poco lejos; pero fue puntual. Llamó
a la puerta y su único amigo le recibió con una sonrisa.
–Pasa
y dame tu chaquetón. ¿Me vas a decir tu verdadero nombre, o te
presento como Antagonismo?
–Me
llamo Ricardo.
–Muy
bien. Vamos al comedor y te presentaré a mi familia.
En
dicha estancia se encontraba su madre y sus tres hermanos. Hizo las
presentaciones.
–¡Buenas
noches! –dijo el padre de Pablo, según entraba por la puerta del
salón.
–¡Hola
papá! Te presento a Ricardo.
Pablo
estaba desconcertado, tanto su padre, como su amigo se quedaron
petrificados uno frente al otro. No sabría explicar exactamente qué
clase de sentimientos afloraban al semblante de cada uno. Miraba a un
lado, incredulidad y desconcierto; miraba al otro, recelo y
desasosiego.
–¿Ocurre
algo? –exclamó Pablo, atónito.
–Que
te lo explique tu padre –dijo Ricardo saliendo por donde había
entrado.
–¿Papá?
–Es
tu tío.... Mi hermano.
–¿Qué
hermano?, ¿el que se supone que murió hace veinte años en un
accidente?
–No
hubo tal accidente. Desapareció un día tras una discusión y no
volví a saber más.
–¿Y
qué ocurrió?
–La
culpa fue mía. Le robé los derechos de autor de una composición.
–¿Quéee?
¿A tu propio hermano? Ahora comprendo su manera de pensar y actuar.
–Fue
una barbaridad lo que hice, y el remordimiento me ha acompañado
todos estos años. Intenté localizarle, pero no pude.
–Pero,
¿qué te llevó a actuar así?
–No
sé. Me lo he preguntado muchas veces. Quizás la insensatez de la
juventud.
–No
papá, la insensatez no; la avaricia y el egoísmo. ¿Y te ha
merecido la pena?
–!Por
supuesto que no! Perder un hermano duele mucho.
–Pues
fíjate él, que además de “perderte”, está viviendo en la
calle. ¿Qué vas a hacer para recuperarle?
–¿Hacer?
¿Qué insinúas?
–No
insinúo, te lo digo claramente. Tienes que ir a hablar con él e
intentar que te perdone; pero ya te digo, que te va a costar. No se
fía de la gente.
Transcurrió
un mes de visitas diarias al frío banco, tanto de Pablo como de su
padre, para que Ricardo comprendiera que el arrepentimiento de su
hermano era real y sincero; pero no porque fuera Navidad, sino porque
lo lamentó desde el momento que se produjo el desafortunado
incidente.
Queridos amigos por falta de tiempo para escribir, os dejo mi primer relato. Está escrito en enero del 2011 y forma parte de las 50 obras finalistas del concurso literario de Casa Eolo. Espero que os guste y perdonéis su extensión.
ResponderEliminarBesos a todos.
Pues ya prometías maneras, Teresa.
ResponderEliminarUn cuento tierno de Navidad. Y es que la navidad todo lo endulza y lo hace más humano.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Qué bonito, aunque me da mucha lástima de los mendigos. Un abrazo.
ResponderEliminarGran relato Teresa, pues para ser el primero ya te lo curraste de cojones. Un poco triste, pero es la realidad de lo que sucede con estas personas. Y digo triste porque parece ser que en Navidad a todos se nos ocurre ser un poco más buenos, cuando el resto del año muchas veces nos olvidamos de aquellos que pasan necesidades. Quizás pequemos un poco de cínicos y egoístas, bueno un poco no; bastante. No tardes mucho en volver al ataquerrrr.
ResponderEliminarBesos maestra.
Muy interesante el relato Teresa, pues para ser el primero te lo curraste de cojones Es triste que esto ocurra, pero parece ser que en Navidad todos nos acordamos un poco más de los mendigos y de las personas necesitadas, cuando el resto del año como que caen un poco más en el olvido. Creo que somos un poco cínicos e hipócritas, bueno un poco no; bastante. No tardes mucho en volver al ataquerrrr.
ResponderEliminarBesos maestra.
Bueno he repetido más o menos lo mismo dos veces. Algún duende me la ha jugado.
ResponderEliminarUn relato con final feliz, muy hermoso. Qué dura debe de ser la vida de esas personas, que por un motivo u otro están en la calle. Verlos me duele el alma.
ResponderEliminarBesos
No está nada mal, Teresa.
ResponderEliminarLa que tiene madera, duende y talento despunta desde su primer párrafo.
Y es una historia que toca la fibra.
Besos grandes
Toda traición duele, pero infinitamente más si et traiciona un hermano o alguien al que mucho amas y en que ciegamente confías.
ResponderEliminarLa vida está llena de casualidades.
Me ha gustado tu relato, la forma de llevarlo, la historia, el desenlace...
Besos y bienvenidas
es un hermoso cuento Teresa
ResponderEliminarfelicitaciones
la envidia es madre de muchas desgracias y más si sus hermanas (codicia y avaricia) le ayudan a cometerlas.
Tiene una moraleja clara y una luz bellisima esta entrada , quizá un preparación al comenzar el término del año
besitos y ten una semana preciosa
Las Sorpresas de la Vida y nuestros errores y decisiones que quebrantan vidas, dejándolas al merced de la calle fría y la soledad más ardiente.
ResponderEliminarPrecioso relato, Teresa.
Te acompaño,a ti y toda la Familia, en el sentimiento por el fallecimiento de tu Consuegra.
Un abrazo
Un relato precioso y emotivo.
ResponderEliminarUn abrazo, Teresa
Buen relato, tocas la sensibilidad de los actores
ResponderEliminarque nos propones y el arrepentimiento como parte
de unos valores que se me antojan antiguos de esa
época en la que la gente se daba la mano y no
no había que firmar papeles y no como ahora que
ni con los papeles firmados vale nada la palabra
de una persona.
Un abrazo y hasta el siguiente relato.
No solo en esas fechas tan especiales deberíamos usar la bondad y sensibilidad que casi todos llevamos dentro.
ResponderEliminarGracias amigos por vuestros comentario. Siempre es un placer sentíos tan cerca.
Besos grandes.
Hola, Teresa:
ResponderEliminarMe alegra mucho volver a leerte y saber que sigues entre nosotros.
Y nos has traído el sabor de la navidad en este bello relato en el que llega al alma desde la sensibilidad.
Un beso.
Precioso cuento, acabo de llegar a tu blog y me encuentro con ester relato, me quedo por aquí.
ResponderEliminarRaquel
http://raqueljimenezbisuteria.blogspot.com.es/
Interesante cuento al que nos vas llevando casi de la mano en tu relato y sus diálogos.
ResponderEliminarUn abrazo en la noche.
Como siempre "Maestra" nos pones de cara a la realidad pero con la belleza de tus letras.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo y gracias por estar.
Hola Teresa, has regresado "con todo "(como decimos acá)
ResponderEliminarMuy buen relato y dialogo
Un abrazo
Pues no te perdono la extensión Teresa porqué el relato es precioso y me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso
Me ha encantado tú relato. Muy humano y con un imprevisible final.
ResponderEliminarDeseo te encuentres bien.
Un beso.
Teresa,las "las causalidades"del universo están siempre expectantes para organizar encuentros y eventos,que dén nuevas oportunidades...a la misma vida,que se nos va poco a poco...Me gusta tu relato,el planteamiento y el final...
ResponderEliminarNo estamos solos,sea Navidad o no...El universo nos mira,nos mueve y nos conmueve continuamente...
Mi felicitación y mi abrazo grande por tu cercanía y tu inteligente profundidad...que el universo te inspira siempre...(sonrío).
M.Jesús
Hola Teresa, bonito relato, los buenos sentimientos de Pablo hizo que se volvieran a ver los hermanos y depaso enterarse del feo que le hizo su padre a su propio hermano. Tambien me ha recordado por los años 83 O 84 el padre de una amiga mia invito a dos mendigos de la calle y ceno con toda la familia yo estube en esa cena, fue una Noche Buena que jamas la olvidare. Muy lindo relato. Un abrazo.
ResponderEliminarLola.
Un buen relato cargado de sentimientos de la mano de las casualidades, que no son tales pués la vida sigue un plan perfectamente trazado por el destino.
ResponderEliminarContine una moraleja que tiene que servir de lección para la insensibilidad y el egoismo humano.
Veo que ya apuntabas maneras de buena escritora, y el cuento está muy bien planteado, buen desarrollo y estupendo desenlace.
Bienvenida de nuevo.
Un fuerte abrazo y besos.
Dicen que las navidades sirven para purgar deudas y volver a cero, pero no siempre es así, principalmente cuando se ha herido el alma.
ResponderEliminarPor demás llevadero el relato Teresa, me encantó.
Un beso grande.
Teresa:
ResponderEliminarEn mi cultura, las fiestas de Navidad y Año nuevo son un fixture de festejos, donde una de ellas es para la familia paterna y la otra para la materna.
Todo el significado pagano asociado alsolsticio de invierno carece de significado cuando estás en inicios del verano.
En lo referido a la historia en si, te digo lo siguinte: si me dijeses que es una obra de pura ficción, te lo creería; si -en cambio- me dijeras que es totalmente verídica, también. Por desgracia.
Besos.
Siempre se ha considerado a la navidad como una época en la que se liman asperezas entre las personas y afloran los buenos sentimientos.
ResponderEliminarLa pena es que sólo se eliminan en esos días y posteriormente vuelven a su punto anterior.
No es necesario una época concreta para saber cuando pedir perdón a quien hayas hecho daño.
Puedes hacerlo cuando quieras.
Un abrazo.
La codicia, el egoismo, la ambición etc. Estan incluidas en el mismo paquete en el que venimos envueltos cada uno de nosotros cuando nacemos.
ResponderEliminarHay que aprender a controlarlas y como muy bien cuentas en tu historia a saber pedir perdón a tiempo. Antes de que sea demasiado tartde.
Un saludo
suele pasar que el dolor y desilusión maten la esperanza en nosotros pero siempre la vida nos sorprende con una oportunidad, hermoso escrito saludos querida amiga
ResponderEliminarBueno a mi la navidad no me gusta nada, debo reconocerlo. Soy en parte, como ese pobre desilusionado de la gente, y no por ser navidad me siento mejor ni siento que el resto de la gente lo sea.
ResponderEliminarDe pequeña era todo mágico, es cierto, pero es que la navidad para los niños significa otra cosa. Para los mayores es un tiempo para juntar a la familia, hecho que se puede hacer durante todo el año, y no sólo en esos días. Me parecen unas fechas hipócritas y consumistas.Y supongo que el hecho de ser agnóstica no ayuda mucho.
Una buena entrada Teresa, como bien ha apuntado Arturo si es cierta o no carece de importancia.
Creo que esperamos de la Navidad mucho mas de lo que nos puede dar. Pero si es cierto que todos estamos mucho mas sensibles y predispuestos a los buenos actos. Tu historia es muy dura. No puedo entender algo asi y menos entre hermanos. Me alegro que terminara bien. Un bessito.Bienvenida
ResponderEliminarMi preciosa Teresa, venía a saludarte y me encuentro con tu historia, tu blog no se actualizó en el mío. Que decirte poeta, es común en estas fechas que las personas se reconcilien y a pesar del significado equivocado que las personas y el consumismo tienen de lo que es Navidad es una época preciosa en donde por lo general las personas se dan, se arrepienten y se reúnen a compartir. Seré de ilusa, sé bien de la maldad, de la miseria , pero no puedo evitar seguir confiando en el ser humano,¿que queda si no es así? No soy religiosa pero amo cualquier oportunidad en que reúno a los míos ¿Soy egoísta? Lo siento, intento sobrevivir en un mundo apesadumbrado y cargo mi pena, comparto de lo que tengo, mantengo la tradición como una forma más de unir lo que tantos se empeñan en destruir, la familia. Y si mañana inventasen el "Día del cataclismo" yo lo aprovecharía para traerlos a todos a casa y abrazarnos todo el día.Te quiero Tere, Mmmmmmmmm, ¡Huele a Navidad!!
ResponderEliminarHola Teresa!, En primer lugar felicitarte por tan buen relato, desde nos muestras una dura realidad.
ResponderEliminarBienvenida de nuevo por estos lares...
Un abrazo desde mi "barco de papel"
Wow bonita e intensa historia, no me esperaba ese final.
ResponderEliminarFeliz Navidad por adelantado! Gracias por compartir la historia.
Saludos
David de observandocine.com
Una historia muy bonita. Me ha gustado mucho Teresa. Un abrazo.
ResponderEliminarTe deseo un bonito y feliz fin de semana.
ResponderEliminarUn beso.
Teresa, precioso relato como preludio de la Navidad, para mí, es esto lo que la Navidad significa, AMOR, pero como el amor le puedes dar cualquier día del año, lo maravillosamente hermoso es saber que todos los días del año, pueden ser Navidad.
ResponderEliminarUn abrazo con mi cariño y feliz fin de semana.
Hola Teresa.
ResponderEliminarUn relato lleno de amor, comprensión y sabiduría, y escrito y expresado de una forma clara y profesuonal.
Me ha gustado leerlo.
Un abrazo.
Que gusto me da poder volver a disfrutar de tus relatos Teresa, me he tenido que ausentar por un tiempo, pero por suerte ya estoy de vuelta organizándome de a poquito, extrañaba mucho este mundo, es como parte de mi vida, creo que esto nos debe pasar a todos los que amamos la escritura.
ResponderEliminarComo siempre un trabajo brillante amiga, te dejo un beso enorme y todo mi afecto.
Hola Tere! Vine a dejarte un abrazote hermosa, se te extraña poeta. Aquí estaremos cuando puedas volver, besotes miles.
ResponderEliminarGracias siempre a todos queridos amigos, no sabéis lo que me alegra sentíos tan cerquita.
ResponderEliminarUn beso grande a todos.
(Mónica qué grato tenerte de nuevo).
No sabes Teresa como he extrañado todo este mundo que tantos amigos del alma me ha dado;tengo ansiedad por volver a leerlos a todos y a cada uno de sus trabajos y no me da el tiempo, es que he estado bastante tiempo distanciada por diversos problemitas y ahora que he podido volver, me apremia un problema de salud, pero escribir y leer los trabajos de todos mis amigos es el mejor remedio así que, de a poquito iré poniéndome al día con todos, espero que prontito podamos tenerte por completo nuevamente entre nosotros querida amiga, ¡ahora que yo he regresado no te me vas a ir tú! ¿si? sabes cuanto he aprendido a apreciarte Teresa, eres una persona fantástica, de esas que se las extraña mucho cuando no estan.
ResponderEliminarTe dejo un beso enorme y todo mi afecto querida amiga, espero podamos conversar prontito.
Un abrazo.