TRES MICRORRELATOS
SIMPLE CURIOSIDAD
En mis 110 años de vida, nunca supe lo que era una cara de terror,
hasta que vi la de Daniel, hijo de mi difunta dueña.
Empezaré
presentándome. Soy un vetusto armario de caoba maciza. No soy
excesivamente grande, pero no estoy mal; aunque he de reconocer que
me he deteriorado bastante desde que habito en esta vieja casona de
pueblo, pues la humedad y el desuso hacen mella en mi hermoso doble
cuerpo.
Desde
que murió Dª Roberta, mujer de esquelética piel blanca, viuda,
austera, y muy religiosa; apenas puedo respirar el aire enrarecido de
esta gran sala desconchada. Solo durante los meses de verano, y no
más de dos días por semana.
El
sábado por la mañana, Alicia, nuera de la fallecida, estuvo
revisando mi “interioridad”. Entre las mantas halló una pequeña
caja con el rosario de mi antigua propietaria. Por la cara de
felicidad que puso, parecía que había encontrado un tesoro; pero
cuando llamó a su marido, y contempló su cara cubierta de espanto,
lo soltó como si se tratase de un ascua ardiendo.
Daniel
murmuró con voz entrecortada que la habían enterrado con él. Y
pienso yo... ¿qué pasaría si viera su espectro cada noche
reflejado en mi moteado espejo?
MI
SOFÁ
¿Sabes
cuántos años llevábamos juntos?... exactamente cinco. ¡El viejo
sofá de la abuela! Lo voy a añorar. Todavía recuerdo el día que
llegó. Tuvieron que subirlo por la terraza... antes de cerrarla, por
supuesto. Era tan aparatoso que los dos hombres que lo trajeron
tuvieron que pedir ayuda a unos viandantes.
¡Hemos
vivido tantas cosas juntos! Su primera mancha fue de tomate, de un
plato de espagueti, concretamente. Corrí tanto para buscar un trapo
con que limpiarla, que de vuelta me caí de bruces encima de él. De
mi primera relación, también fue testigo... y muy cercano, te lo
puedo asegurar; pero no me mires así que no pienso contártelo.
También fue memorable nuestra primera y única borrachera. Empecé
yo solita, pero se derramó la botella y el pobre acabó como yo...
empapado de alcohol.
¡En
fin! Qué más te puedo contar, si todo lo demás lo has vivido tú.
Pero “Linda” no me mires así. Te prometo que tu cunita no la voy
a empeñar.
CRISIS
DE IDENTIDAD
Siempre
he tenido claro que nací para ser una mesa de biblioteca. Sobre mis
espaldas se aloja una larga experiencia; de hecho, si la sapiencia se
pudiera pesar, calculo que he soportado unos 20.000 kg, de
conocimiento. Me gusta el contacto de las cubiertas de los libros; de
las hojas garabateadas; de las manos distraías, nerviosas, incluso
sudorosas de sus lectores... me siento en compañía.
Hace
aproximadamente un mes, me trasladaron a un extremo de mi querida
casa, y me “acoplaron” un ordenador. Ahora no siento. Solo
barrunto frialdad, vacío emocional, si acaso una ligera ansiedad...
me faltan caricias.
Pienso,
y estoy convencida, que ahora soy una mesa supletoria. Acabo de oír
que mañana ubicarán sobre mí una ¿urna?, para no sé qué de
votaciones. ¡En fin!, ya tengo asumido mi destino, pero me pregunto
¿ese aparato me devolverá el calor humano?
Le has dado vida a estos muebles que hasta a hora nos parecían tan cotidianos.
ResponderEliminarTe felicito por estos tres microrelatos.
Ha sido un placer leerte
Saludos
que tales historias. me quedo con el armario.
ResponderEliminarGracias Trini y David por vuestra lectura.
ResponderEliminarSe trata de tres historias que tengo a concurso en un certamen de microrrelatos. A ver si hay suerte.
Saludos.
Gracias Teresa y mucha felicidad también para tí y los tuyos en este nuevo año.
ResponderEliminarImagino que estos relatos los habrás presentado a Historias de mis muebles, pues están muy bien.
Ojalá estemos juntos otra vez en un un librito de relatos. Suerte y un beso.
Gracias Alejandro por tus deseos de felicidad y suerte. Efectivamente ahí estamos compañero; de momento participando en la misma aventura, luego a ver si como dices compartimos papel.
ResponderEliminarBesos.
Hola Teresa, gracias por el comentario.¿No estás en "esta noche te cuento"?.
ResponderEliminar¿Eres Canaria?.Lo digo por el apellido Frias.Yo viví 22 años maravillosos en Las Palmas de Gran Canaria.
Un saludo.
¿Qué tal Alejandro?
ResponderEliminarNo concurso en ese certamen. He estado escribiendo para otros. A ver si tenemos suerte.
Soy nacida en Salamanca, mi familia es de Soria, pero el apellido viene de Burgos... vamos castellana, castellana. No conozco las islas (mis padres sí), y aunque mi hija insiste en ir de vacaciones, a mi eso del avión, o del barco... como que no. Esperaré a que construyan un puente, como dice la canción. jejeje.
Gracias por tu visita. Un abrazo.
Los tres escritos son muy buenos. El de la mesa de la biblioteca y las caricias es el que más me gustó.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Arturo. Un placer.
ResponderEliminarbesos.