Me
he dado cuenta que mi perro llora. Ya sé que todos los perros lo
hacen y más si son cachorros; pero es que el mío ya tiene 4 años.
El sonido que emite “Dalton” es un auténtico sollozo, y además, si lo miro a los ojos, están tristes y acuosos; de hecho creo que el
otro día, era una lágrima lo que caía por un lateral de su bigote.
Yo le hablo para consolarlo, y él me escucha. Se queda parado
delante de mí, levanta sus orejas dejándolas tiesas, y le pregunto
si acaso no es feliz, si no le tratamos bien, si necesita algo más.
Entonces se sienta, abre la boca como si fuera a decir algo, y la
vuelve a cerrar para terminar tumbándose en el suelo. Yo le llevaría
a un psicólogo; pero supongo que mis padres pensarían que estoy
loca.
Hoy
me ha dicho mi amiga Susana que tal vez sea un príncipe, y esté
encantado. No lo creo, la contesté. Pues hay hechiceras muy malas,
me aseguró. Ya lo sé, yo tengo a mi vecina de arriba que según
palabras de mi madre, es una verdadera bruja. Así que me he sentado
delante de “Dalton” y le he mirado fijamente; él ha hecho lo
mismo. Inteligente es, no cabe duda; aspecto también, es muy guapo;
y además el nombre que le pusieron en la perrera, es muy
distinguido. ¿Eres un príncipe?, le pregunto directamente. Ladea la
cabeza y abre más los ojos. Parece sorprendido. Quizá sea porque lo
he adivinado, o tal vez el conjuro le haya desmemoriado.
No
dejo de observarle. Si hasta comiendo es muy fino, coge las bolitas
de una en una; y cuando bebe agua no derrama nada. Para dormir
prefiere el gran cojín del sofá; y para jugar nada de palos, solo
su pelota ¡azul! Cuando lo baño se queda muy quieto, y cuando lo
cepillo igual; es como si estuviera acostumbrado. Me parece que el
día de hoy pasará a la historia. Cuando me lleve mi madre al parque
–solo tengo nueve años– intentaremos mi amiga y yo,
transformarlo.
¿No
vas a jugar?, grita mi madre. La contesto que estoy esperando a
Susana. Tarda y ya me estoy poniendo nerviosa. ¿Dónde tendré que
darle el beso?, ¿en la frente?, ¿en la boca?... ¡qué asco!... se
lo daré en la punta de la nariz, supongo que dará igual, lo
importante es dárselo con los ojos cerrados... que eso sí lo he
leído en los cuentos. Como no aguanto más, decido hacerlo ya. Le
indico que suba al banco, y me obedece enseguida. Estoy segura que él
también sabe el cambio que va pegar su vida. Me mira, lo miro. Me
acerco a su “trufita”, cierro los ojos, y le doy un ligero beso.
Ahora no sé cuánto tiempo tengo que esperar para abrirlos. No lo
había pensado. Si lo hago muy pronto, quizá no se deshaga el
hechizo. Esperaré un poco.
–¿Qué
haces con los ojos cerrados? –dijo la voz de Susana.
–Esperando
que se rompa el maleficio –contesto sin moverme–. ¿Y “Dalton”?
¿Es rubio, o moreno?
–Me
temo que sigue siendo marrón, y se ha ido con una novia perruna.
Abrí
los ojos al tiempo de verle retozar alegre en el césped.
–¿Sabes
Susana? Creo que no existen los príncipes azules.
Hoy
después de tres noviazgos rotos, nada me sorprende. Hace ya veinte
años que descubrí la cruda realidad.
Precioso cuento de hadas, no existen los príncipes azules. Nosotros los idealizamos tanto a veces que se parecen a príncipes pero después nos chocamos contra la pared.
ResponderEliminarUn besito
Ni existen príncipes, ni tampoco princesas, esa es la cruda realidad.
EliminarGracias querida Luján por estar.
Besitos y buena noche.
En el supuesto que existiesen los príncipes azules, negros o colorados seguro que muchos perros seguirían mejores que ellos. Ya se dice que él perro es el mejor amigo del hombre; incluso hay amigos que te dan tales puñaladas que decirles perro es manchar el honorable nombre de tan fiel animal. Bueno príncipes también los hay, que tienen al menos un cuñado que a las preguntas de los periodistas corría más que un galgo. Bonito relato.
ResponderEliminarBesos Teresa.
Si existen, que me digan dónde están, porque nadie es perfecto. Los perros, esos sí que son auténticos “nobles”.
EliminarGracias por pasar y dejar tu opinión.
Besos Rafa.
Yo si creo en los principes, pero por favor, el mio que sea de color lila, ja ja ja. Es mi color favorito, ja ja ja. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Ay Lobezna!, es que tú eres muy joven, aunque ¿quién sabe? quizá haya algún príncipe-lobo con capa lila esperándote. ¡Ojalá!
EliminarBesitos y buena noche.
Qué ternura, Teresa, me encanta!!!
ResponderEliminarPara mi mis perros son todos príncipes auténticos aunque como tu protagonista, ya hace tiempo que supe la cruda verdad :D
Besos, que tengas un buen fin de semana
Son los únicos seres que son príncipes, ya sabes más que nada por su nobleza. La mía también es una auténtica princesa, solo que la falta aprender buenos modales jejeje.
EliminarGracias y besos Verónica.
Muy hermoso cuento Teresa, he disfrutado leyéndolo.
ResponderEliminar¡Benditos sean los nueve años! cuando creemos en príncipes encantados, y brujas.
En cuanto a las brujas, las hay por todas partes, lo mejor es no darlas confianza jaja.
Besitos, muy buena noche
Gracias Verónica. Inocencia en estado puro, pero una pena cuando nos vamos despojando de ella. Y brujas ya lo creo que las hay, y con muy malas pulgas.
EliminarBesitos y feliz domingo.
Hola Teresa!!
ResponderEliminarQue bonito cuento!!
Pero nada de principes por favor,mejor de perritos enamorados,jaja,me ha gustado,qué pena que no se convirtiera en principe,pero la niña muy valiente ahí esperando con los ojos cerrados a la cruda realidad.
Un besito sin cuento,jaja!!
¡Hola Estrella!
EliminarMe alegra que te haya gustado. La fantasía solo persiste si nuestro sueño se cumple.
Otro besito sincero para ti. :)
Teresa:
ResponderEliminarEs cuento me "encantó" por la inocencia de la niña. Está muy bien llevado y nos muestra el mundo de fantasía que rige la mente de los niños.
Será -quizá- porque además de recordar con inmensa felicidad mi niñez, me agradan los canes.
Ojalá nunca deba elegir el mejor de tus textos, porque de tan bellos, no sabría decidirme por alguno.
De príncipes mejor no hablo, sean del color que fuesen...
Un saludo tierno y contento.
Gracias Arturo, eres muy amable.
EliminarNo no hables de príncipes, más bien de princesas. No sé que opinará la tuya :)
Besos.
Qué bonito!!! Me ha encantado leerlo, echo de menos libros así! Muchas gracias :)
ResponderEliminarGracias a ti por pasar y leer. Encantada que te haya gustado.
EliminarUn beso.
Qué bonita es la inocencia y qué fea, a veces, la cruda realidad.
ResponderEliminarMira que si se convierte Dalton en príncipe!!!
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Toda la razón Mos. La cruda realidad es fea y nos deja “pasmaos”.
EliminarUn besazo desde esta orilla.
Hola Teresa!!jajaja me ha encantado tu cuento, me has hecho reir disfrutabdo de esa bonita inocencia...
ResponderEliminarTe estaba leyendo y estaba viendo a la niña y al chucho,jajaja...
Un besito.
¡Hola Canto de la Luna!
EliminarPues a mi me encanta que tu imaginación te haya llevado a esa escena. Me alegro que lo hayas disfrutado.
Besitos.
Precioso relato sobre esa inocencia perdida con el tiempo. Sin duda tus escritos tienen un gran poder, pues soy capaz de sentirlos en lo más profundo de mi interior. Un beso,
ResponderEliminarFeníx ¡qué palabras más bonitas! A mi sí que me acaban de llegar directas al corazón. Muchas gracias de verdad.
EliminarÁnimo que ya queda menos.
Besitos.
Buenos días, Teresa: Tu relato espléndido me ha conmovido por doble razón: Por la ternura inocente de la niña y por el llanto del chucho...
ResponderEliminarTambién Simba, nuestro perrico de ocho años, tan grandote como tierno, ha llorado, ¡y cómo! el día que murió su dueño (Mi yerno)
Me ha gustado muchísimo el relato, Teresa.
Abrazos
¡Hola Pilar!
EliminarEl gemir de mi perrita durmiendo es lo que me inspiró el relato. Ya lo creo que lloran, ¡cómo no lo van a hacer! Si tienen mejores sentimientos que muchos humanos.
Gracias por pasar.
Besos.
Tosiendo y con lagrimas en los ojos...(p0r el resfriado...)
ResponderEliminarHe leído tu cuento, que me ha encantado...aunque el, el perro, no lo estuviera....
Divina inocencia...
Un beso.
Pero Niebla ¿no estás mejor? Cuídate aunque este tiempo tan tonto nos trae de todo.
EliminarGracias por pasar, a pesar de lo malita que estás.
Un besote.
Hola Teresa, vaya cuento... creo que las principales lecciones las aprendemos durante la infancia, es una pena que nunca sepamos aplicarlas cuando crecemos.
ResponderEliminarToda una moraleja.
Besitos.
Hay tantas lecciones que nos da la vida, pero es verdad que quizá las de la infancia nos marquen más, porque creemos que el paisaje que hay más allá de nuestros ojos, sigue siendo idílico, hasta que descubrimos la verdad.
EliminarGracias Paula.
Besitos.
Teresa,tu cuento nos ha emocionado a todos...He disfrutado con la ilusión y la curiosidad de la niña,he leído tantos cuentos de niña,que me resulta fácil conectar de nuevo y meterme de lleno en la trama...De pequeñas todas somos princesas,que vamos descubriendo la realidad,pero nunca debemos perder la imaginación,nos salva siempre de la prosaica realidad.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo inmenso,amiga.
FELIZ FIN DE SEMANA,TERESA.
M.Jesús
¡Hola María Jesús!
EliminarLa imaginación efectivamente no debemos perderla nunca, pero siempre estará adaptada a la realidad; la otra, la del mundo de la fantasía la abandonamos con la inocencia.
Gracias amiga por pasar y dejar tu precioso sentir.
Un beso y que pases buena noche.
El asombro del pobre animal debió ser de órdago. Bueno, en todo caso, él, que nada sabe de cuentos y príncipes encantados encontró la manera de pasar mejor la tarde.
ResponderEliminarUn cuento dellicioso, que he leído con una sonrisa bobalicona. Muchas gracias por recordarme la inocencia aquella que nos llevaba a darle besos a los perros.
Un abrazo.
¡Ya ves! el motivo de su tristeza es que tenía mal de amores y en realidad era un príncipe, pero para su princesa perruna jejeje
EliminarGracias a ti por tus palabras.
Besos y buena noche.
Feliz fin de semana querida Teresa.
ResponderEliminarUn beso grande.
Cariños para ti
Igualmente querida amiga.
EliminarOtro besazo para ti.
Jajajaja... lo que me he podido reir con tu cuento de hadas... ya me imaginba dando un beso en la naricita a mi perrita Lluvia, por si era alguna princesa encantada que me sacaba de la crisis que tenemos...
ResponderEliminarPero visto lo visto... no hay príncipes ni princesas encantadas... seguro que la culpa, la tiene el gobierno, que con tantos recortes, nos ha recortado hasta la magia, y se ha ido ¡al País de Nunca Jamas!
Un abrazo con mi cariño.
jajaja no estaría mal que un príncipe o princesa nos sacara de la crisis. Luego voy a flotar la lampara de la mesilla de noche por si acaso :):)
EliminarGracias por leer.
Un beso.
Los príncipes, a veces si y a veces no , pero la infancia siempre, siempre es ingenua y generosa como en tu simpático cuento .
ResponderEliminarUn saludo
La infancia es la única etapa donde creemos que un beso lo cura todo. ¡Bendita inocencia!
EliminarGracias Carmen.
Besos.
candor e inocencia que con el tiempo se ira desdibujando a la cruel y despiadada adultez...qué pena que nos olvidemos de ser niños
ResponderEliminarbesitos y felicitaciones Teresa
un texto muy bueno
Nos olvidamos de ser niños porque la realidad no nos deja, solo la vejez nos devuelve la inocencia.
EliminarGracias Elisa.
Un gran beso y feliz tarde de domingo.
Que tierno relato, nos sacas una sonrisa, todo para comprender que los príncipes azules no existen ¡ realidad! y si los encuentras son falsos , son pintados y se van destiñendo, jajaj.
ResponderEliminarfeliz de haber llegado hasta aquí.
Un abrazo, te seguiré para seguirte leyendo.
Si tan falsos como los billetes de 500 €, que dicen que existen pero yo no he visto ninguno jejeje
EliminarGracias por pasar y sé bienvenida.
Besos.
Que bonito cuento, me ha encantado. No hay animal mas noble que un perro ni inocencia mas grande que la de un niño. Creo que los principes azules se han ido con lor reyes magos. Aunque todo es cuestion de las ganas de creer. No hay nada imposible. Un bessito
ResponderEliminarPríncipes y reyes, encantados y magos ¿un nuevo cuento en mente Men? Espero que sí :):)
EliminarGracias por pasar y plasmar.
Besitos y buena noche.
Hola, Teresa:
ResponderEliminarQué linda es la inocencia de los niños, todos lo fuimos, también tuvimos nuestras fantasías y nuestros sueños.
Creo que Dalton seguirá siendo perro, porque los príncipes azules son solamente de cuentos.
Un abrazo.
¡Hola Rafael!
EliminarMuy linda ¡lástima que dure tan poco!
Gracias y besos. Feliz noche.
¡Hola Tere!
ResponderEliminarSabes, he pasado un rato muy agradable leyendo este bonito y divertido cuento.
Y que hermosa es la infancia, hermana gemela de la inocencia.
Un cuenta placentero que me ha sacado más de una sonrisa.
Eres asombrosamente fantástica con tu pluma y tu mente.
Gracias por compartir tus bellas letras.
Te dejo mi agradecimiento por estar cerca de mí. Mi abrazo sincero y mi admiración. Deseo que hayas pasado un feliz domingo. Y, se feliz ahora y siempre.
¡Hola Marina!
EliminarYo también estoy encantada... de que hayas pasado un rato agradable. Siempre es un placer recibirte y visitar tu linda casa.
Gracias por estar.
Besos y buena noche.
Hola Teresa; es la primera vez que te leo, y confieso que me sorprendiste, siempre veía tus comentarios en el blog de Arturo, sin imaginar que escribieras así.
ResponderEliminar¡Que hermoso relato!, tierno y lleno de magia, me recuerda a aquella niñez tan lejana.
Gracias por regalarnos tu magia.
Un abrazo, seguiré visitándote.
¡Hola El moli!
EliminarEste mundo es increíble, puedes conocer a un montón de personas, simplemente por coincidir en casa de un amigo. Para mi es un placer que te haya gustado mi sitio y será un placer recibirte en él.
Gracias por ello. En un ratito te devuelvo la visita.
Un beso.
Buenos días Teresa! Los perritos siempre no dicen algo, pues son más inteligentes de lo que imaginamos y son todo amor. Sobre los principes, hace tiempo que comprendí, que ese principe azul con el que soñamos solo existe en lo sueños, en la realidad es un sapo... Me ha encantado leerte.
ResponderEliminarBesitos de Luz y Sonrisas con el Alma
Pili
¡Hola Pili!
EliminarLos que ya tenemos una edad ya sabemos que hay mucho sapo y sapa suelto. :)
Gracias por leer y dejar tus palabras.
Besitos.
La inocencia de la niñez puede crear todo un mundo paralelo a la cruda realidad, donde hayan principes, princesas y mucho más. Bendita la ternura de la infancia, nunca tendríamos que despertar de ese bonito sueño.
ResponderEliminarFeliz semana
Besos
Ojalá nuestra vida fuera un cuento continuo de hadas, donde no existiese la desolación.
EliminarGracias por estar.
Besos y feliz semana para ti también.
Pues yo soy distinto...perfiero pensar qeu existen las princesas...y no me cansaré de buscarla..por cierto...creo qeu la encontré..jejje, y tiene los ojos llenos de MAR.....
ResponderEliminar¡Hola alp!
EliminarPues me alegro por ti que la hayas encontrado. Cuídala que será la única de su especie. :)
Un beso.
Me gustan los cuentos de hadas porque me hacen retroceder en el tiempo y trasladarme a mi niñez, en lo que todo era magia, e inocencia, me ha gustado tu cuento, Teresa.
ResponderEliminarUn beso.
Gracias María. Estoy de acuerdo contigo, siempre nos gustarán porque hacen que nos sintamos como niños.
EliminarUn beso.
En la inocencia de una niña, has dado por tierra el mito de algunas leyendas, aunque siempre es bueno seguir creyendo en los encantamientos, principes y hadas y sobre todo en la inocencia de los niños.
ResponderEliminarHermoso Teresa, siempre es hermoso lo que haces.
Un beso
Niñez ¡bendita inocencia!
EliminarMuchas gracias Osvaldo por tus palabras. Siempre un placer tu paso.
Besos y buena noche.
HOLA QUERIDA TERESA
ResponderEliminarGRACIAS POR TU VISITA, SIEMPRE ES UN PLACER VERTE. TE PIDO DISCULPAS SI ME RETRASO; ES QUE CON TANTOS MENSAJES HAGO LO QUE PUEDO.
BESOS GRANDES.
Querida Luján no solo no te retrasas, sino que además esta es la tercera visita tuya que recibo, con lo cual estoy encantadísima de tenerte. Pero en serio, no te preocupes, yo hay veces que tampoco me da tiempo a dejar comentarios en todos los blog que sigo, porque pasar paso y leo, y disfruto haciéndolo.
EliminarBesitos y buena noche.
Me ha encantado el punto de vista de la niña, esa lógica tan especial que tenemos a esas edades :)
ResponderEliminarCuando nos hacemos mayores es más complicado eso de darle un beso a un perro (o a una perra) y esperar a que se convierta en príncipe (o princesa).
Yo, como muy monárquico no soy, nunca he esperado que venga a iluminarme la vida ningún miembro de la realeza :D
Muy buen relato Teresa.
Besos
Demostrado que los principes de cuento no existen, y los que existen viven del cuento.
ResponderEliminar¡Ya ves que triste!
Besos Ximo, y perdona la tardanza en contestar. No había visto el comentario.