Óleo de Manuel Caballero
Genaro
era uno de esos hombres que nacieron para pasar por la vida sin pena
ni gloria –como tantos de nosotros–; pero él lo supo siempre,
desde que viera a sus compañeros, cómo piropeaban a las chicas y
cómo en clase no se paraban ante ningún reto.
Eternamente
tímido, porque sabía que su físico no acompañaba y su elocuencia
no existía. Alto, desgarbado, con gruesas gafas, de lengua torpe, y
un halo permanente de desconcierto; como si la vida le sorprendiera a
cada instante y él no supiese captar lo que ésta le gritaba.
Vivió
con su madre hasta el año 1971, fecha en que falleció la pobre
mujer de un “cólico miserere” (ataque de apendicitis). Genaro
quedó solo, con 40 mustios otoños, y un tiempo que convirtió en un
monótono ir y venir al trabajo –igual que antes, pero sin el
consuelo de su madre–.
Hoy
10 años después, era la primera vez que iba de copas con sus
compañeros de trabajo. Se atavió con sus mejores galas. Pantalón
ancho de pana verde, camisa de algodón marrón, chaqueta de cuadros,
y las inseparables botas negras que heredara de su padre. Acicaló el
poco pelo que adornaba su blanquecina calva, y depósito sobre la
ropa una buena cantidad de colonia.
Tomó
el autobús. Iba contento. Juan, el más bromista, le caía muy bien.
Siempre decía: “Genaro, un día de éstos saldremos, nos
empaparemos de alcohol, y te harás un hombre”. Nunca entendía
exactamente lo que quería decir con el final de esa frase, pues no
era la primera vez que se emborrachaba; eso sí, a solas y con vino
de mesa.
Llegó
al punto de encuentro cinco minutos antes de lo acordado. No le hacía
gracia que el local estuviera situado en un polígono industrial,
pero tampoco se atrevió a protestar cuando se lo indicaron. Pasados
tres minutos, Pedro apareció tras la puerta.
–¡Venga
Genaro! ¡Entra!, que ya estamos todos.
–Vale...
pero yo he sido puntual.
–Sí,
hombre sí. No te preocupes.
Su
llegada fue recibida alegremente por sus colegas, que riendo le
palmeaban la espalda. “Se nota que ya van cargados”, pensó. Miró
a su alrededor mientras le servían un “whisky”. La luz roja que
decoraba la penumbra de las paredes y las chicas semidesnudas que
pululaban cerca de la barra, le hicieron recelar.
–Juan
¿Esto no será un bar de putas? –dijo bajando la voz.
–¡Pues
claro! No ves las chicas tan guapas que hay –contestó divertido.
–¡Ya!...
pero tú no me dijiste nada de esto.
–Pero,
vamos a ver Genaro. ¿Cuántos años tienes?
–Ya
sabes que casi 50.
–Y...
¿a que nunca has estado con una mujer?
–...
No –respondió tímidamente.
–Pues
hoy te vas a estrenar, como se decía antes. Este día lo festejarás
en el calendario.
–Pero...
es que... yo no sé...
–¡Venga,
campeón!... ¡Adelante!
–¡Sonia!
–dijo Juan llamando a una chica “entradita” en carnes, y en
años.
Después
de hablar con ella en voz baja, ésta agarró la mano de Genaro y lo
condujo por un pasillo situado al final de la pulida barra negra.
Una
vez en el habitáculo, la prostituta dejó desnudo su torso. Los
enormes pechos era el único punto visible para los ojos de Genaro.
Sonia siempre había sentido una especial debilidad por los
“primerizos”, y le gustaba observar sus reacciones. Podría
escribir un libro con todas las anécdotas que le habían acaecido.
Le
indicó que se desnudara, mientras ella sentada de espaldas en el
borde de la cama desprendía las medias del liguero rojo. Apenas
tardó veinte segundos en realizar la operación. Se levanto, se giró
y sus ojos vieron un cuerpo blanquecino y esquelético vestido
únicamente con un horrible calzado negro. Por primera vez en su
larga carrera, quedó atónita ante la escena que contemplaba y la
frase que soltó a bocajarro el tierno novato.
–Señora
puta, ¿me tengo que quitar las botas?
Genaro
falleció a causa de un infarto, ocho meses después. Murió con las
botas puestas–como no podía ser de otra forma–, y con ellas fue
enterrado. Los cordones obran en poder de Sonia atando el manojo de
cartas que Genaro le escribió. Una por cada día de amor.
Me has hecho soltar la carcajada¡¡¡¡
ResponderEliminarTremenda historia¡¡¡jajajajaja
-Señora puta......jajajajajaja
Un relato de premio novel¡¡¡
Muchos besos.
jajaja Tú si que me haces reír Niebla... si Alfred Nobel levantara la cabeza, de seguro que la volvería a esconder.
EliminarMe alegro que te haya divertido salerosa.
Un besito y hasta la vuelta que me tengo que ausentar unos días.
Relato con un final de humor y donde la sonrisa florece en los labios sin darse cuenta. Es un magnífico cuento, felicidades Teresa.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Rafael por tu palabras. Encantada que te haya arrancado una sonrisa.
EliminarUn beso.
Tragicómica historia, Teresa.
ResponderEliminarQué tierno Genaro, pobre...
Y la señora puta toda una profesional.
Casi me reconcilias con el nombre de "Genaro" :)
Besos
Genaro tenía cualidades ocultas que Sonia supo apreciar.
EliminarNo tenía ni idea que ese nombre tuviera un significado especial para ti.
Besitos.
que belleza de historia, y sabes qué sé de alguien que ha vivido reparecido, pero eso sí se ha estrenado muchas veces jajaja, pasa que no se empareja.
ResponderEliminarFelicitaciones Teresa,
me gustó mucho, el final me dejo con penita,al menos Genaro de seguro se fue con la sonrisa de oreja a oreja
besitos y buena semana
Pues me alegro que ese alguien se lo pase tan bien. :) Genaro descubrió tarde el sexo y el amor, pero lo sintió intensamente.
EliminarMuchas gracias Elisa.
Besitos para ti y hasta la vuelta.
Una bella historia con un final triste, pero también Feliz.
ResponderEliminarAl final consiguió tener una amiga que le hacia confidencias a través de cartas que ataba con los cordones de esas botas que murieron con él.
Precioso Relato, Teresa.
Un abrazo.
Lo más feliz de su triste vida, fue precisamente el final.
EliminarGracias por tu huella querido Pedro.
Recibe un beso y un abrazo.
Teresa:
ResponderEliminarUn relato delicioso. Y no podría parecerme de otra manera, ya que en él plasmaste a un personaje similar a los que suelo idear: un perdedor.
Por supuesto que has tratado el tema con la delicadeza de siempre, que hace un disfrute toda la lectura.
La mezcla final de humor y de tristeza es digna del género grotesco criollo.
Hasta la vuelta, Teresa.
Como toda tragedia tiene comicidad. Que final!!
ResponderEliminarUn abrazo
¡¡Zuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuups!!
ResponderEliminarQue fenomenal eres amiga Teresa... me ha encantado tu relato. "Genaro" ese hombre gris, que vive en el tedio de una vida sin pena ni gloria. Tímido, sin chicha ni limoná, pero con unas... botas y con cordones. Hasta que en su vida se cruza una lumias ca = putinga, que da una pizca de alegría a su solitario corazón, con un poquito de sal, pimientita, canelita, y clavo. Lo ingrato de su suerte fue... que al final incoó el pico = morirse, diciendo adiós Perico.
¡¡Ah!! Leyendo a tu burrito Tesón, me diste la inspiración, y se me ocurrió un cuento muy corto, pero con tres burros(si quieres te le mando por correo, creo te gustará).
Un beso muy grande querida amiga, de la brujita MORIMÓ.
Teresa, que genial tu historia, me he reido y te agradezco haber leido tu bello texto.!!!me ha encantado, linda!!! Un abrazo,
ResponderEliminarQue cosa Teresa, a mi que me encanta escribir con humor, me pareció un relato muy tierno, hasta diría romántico, sobre todo por las cartas atadas al cordón. Muchos se enamoraron de un prostituta, sobre todo aquellos que no pueden superar su timidez.
ResponderEliminarExtraordinario relato Teresa.
Un abrazo desde el otro lado del charco.
Un relato genial, como siempre. Donde la timidez es vista desde un punto de vista triste y aburrido, y con un final feliz en clave de humor con el el único contapunto de la muerte.
ResponderEliminar!!Extraordinario!!
Besos
Una historia que hace reir pero que encierra la tristeza de la vida de un hombre que no encontró la felicidad de una compañera
ResponderEliminarQue bueno Teresa jajajajaja, de verdad me ha encantado y eso de poder soltar una carcajada y en lunes no tiene precio!!!!!!
ResponderEliminarUn beso.
jo, que final más bonitoooo..., me imagino el encabezamiento de esas cartas:
ResponderEliminar"mi adorada puta:
me hizo usted, con sus enormes pechos, el hombre más feliz de la tierra"
Teresa, que me ha encantado jaja
Es una historia que tiene matices, pero el mas hermoso es la ternura de la inocencia en un adulto criado como niño eterno, la amistad paternalista, la mujer que siempre ve en los hombres, ese niño del que muchos se avergüenzan y que solo ella conoce, descubrir el tabú de un ambiente al que nunca hubiese llegado de no ser por la amistad...
ResponderEliminarme pareció hermosisimo, saludos querida amiga
Podemos decir que, al fin encontró el amor y que tanto trajín, al fin, fue lo que le mató.
ResponderEliminarTodo menos perder las botas que no está la eternidad para llegar descalzos:)
Besos
Una historia cargada de tristes realidades para aquellos que viven en un mundo diferente. Habrá sido buena esta experiencia para Genaro..???..., porque a partir de ahí su corazón comenzó a palpitar de una forma diferente a la acostumbrada.
ResponderEliminarComo siempre tus relatos son atrapantes Teresa. Te admiro.
Un beso
No me voy a enrollar, teresa. bastará con decir que es muy bueno este relato. Tierno, duro, cruel y romántico.
ResponderEliminarY emana humanidad por todos sus renglones.
Un abrazo de Mos desde la orilla de las palabras.
Muy buen relato Teresa, aunque me dio pena por Genaro, que triste vida la suya, un poco más se va sin estrenar.
ResponderEliminarTu blog, me había desaparecido de mi página de blogger, te pido disculpas.
Besos, muy buena noche
Hola Teresa!
ResponderEliminarExcelente relato tragicómico...
Es un placer haber descubierto tu blog.
Saludos!
RoB
Hola Teresa!!
ResponderEliminarPobre Genaro!!,su vida gris,su soledad,su timidez desmesurada,todo ello implica mucha ternura según lo cuentas.
Creo que lo mejor que le pudo pasar fue conocer a Sonia,pues a través de ella conoció el amor,aunque le durase poco.
Maravilloso relato cariño!!
Un besito!!
Hola Teresa, un relato muy bien narrado te felicito Teresa, me ha encantado la historia de Genado y sus botas,
ResponderEliminarGenaro no se queria quitar las botas para nada, esperemos que él que se encargo de su entierro le pusiera a Genaro las botas, esa seria la segunda parte de:
"Las botas de Genaro", me ha encantado querida amiga Teresa, un abrazo, con cariño, Lola.
Me ha encantado este relato que se me antoja un poco triste...
ResponderEliminarParece que en este mundo todos tenemos que ser iguales... y no es así...
Me ha emocionado por el hecho de que en realidad si existe gente tremendamente tímida y que más de un personaje aprobecha para ponerl@s en evidencia...
Pobre Genaro,le pudo haber dado gusto al cuerpo... pero me da pena que pensase que eso era ya un gran amor...
Me ha gustado Teresa como lo has relatado y la emoción que he sentido al leerte.
Ando un poco vaga y algo atareada, por eso llego tarde, pero veo que cada día esto se pone mejor...
Un besito.
¡¡¡Gracias!!! Por estar siempre ahí.
ResponderEliminar¡¡¡Gracias!!! Por acompañarme en estos momentos duros y dificiles. Es un Placer contar con amigos de esta calidad Humana y Grandes Personas, como Tu.
Un abrazo.
Apenas cuatro días de ausencia y de nuevo en casa. Muchísima gracias a todos por pasar y dejar como siempre vuestra huella. Me alegro sinceramente que os haya gustado este pequeño relato. Siempre es placer teneos.
ResponderEliminarBesos y abrazos amigos.
Buen relato. Breve pero de una intensidad tremenda que resume enpocas líneas toda una vida, con muerte incluida.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Un relato agridulce con un final redondo.
ResponderEliminarHa sido un verdadero placer leerte.
Besos
Vamos por parte.
ResponderEliminarEn primer lugar, tu texto es una maravilla, pues retrata excelentemente una clase muy particular de sujetos que, sin dudas, existen en la vida real.
Luego, llevas la historia a un final en el que se mezcla lo trágico y lo cómico, lo tierno y lo patético.
Sigo, los diálogos son muy buenos.
Finalmente, lo haces en una extensión que me agrada, ya que yo estoy en contra del concepto 'microrrelato'.
Muy bueno.
Un beso enorme.
HD
PS: Gracias por tu comentario, me agrada saber que no eres de las personas que coartan su gusto porque el tema sea 'escabroso'.
De lo de Mos, ni hablar, estamos ahí para compartir letras y disfrutar de todos.
Teresa,gracias por tus comentarios,amiga.
ResponderEliminarSe me había pasado tu relato y lo siento de veras.
Es un gran relato,en mi pueblo conozco a muchos hombres "solterones"que tienen las mismas características de Genaro.
Realmente,cuando se ha pasado media vida dentro de casa y rodeado de rutinas,salir al mundo es toda una sorpresa,que se vive con intensidad...Genaro así vivió su experiencia y quizá murió satisfecho,que es lo importante...
Mi felicitación por tu capacidad para resaltar distintos caracteres y profundizar en ellos con maestría y naturalidad.
Mi abrazo inmenso y mi ánimo siempre,compañera y amiga.
M.Jesús
Lo siento Teresa, esta historia no me ha gustado, me parecía bonita pero cuando han llegado al bar..... De todas formas todo lo demás si. No te enfades, ya sabes que yo digo las cosas así de claras. Un abrazo Teresa.
ResponderEliminarTragicómica historia con un final inesperado y genial.
ResponderEliminarGenaro me ha gustado. Pobrecito.
Un abrazo desde una Copenhague que se muere de amor,
Ian.
Excelente relato, y muy buena la creación de un personaje gris y tierno por su timidez y su vida. Me ha encantado
ResponderEliminarFeliz fin de semana.
Un bweso.
Gracias por vuestra lectura y las bellas huellas que me regaláis.
ResponderEliminarBesos y feliz fin de semana.
Has creado un personaje muy vivo, a pesar de ser así de gris, así de ingenuo y, también, así de tierno.
ResponderEliminarEsa frase final... :)
Enhorabuena por tener ese arte para escribir, Teresa.
Besos.
Gracias Ximo, aunque ¡quién fue a hablar de arte! Tú sí que eres un artista.
EliminarBesitos.