RECELO
¿Acaso no puedo maldecir tu voz?
Miro,
y el bullicio burbujeante
me
hiela la sangre.
Cíclope
de ojo blanco
que
despiertas para quebrantar
el
limpio aire con piroclastos.
Irrumpes
en la historia reposada
de
un pueblo pesquero,
suscitando
insomnios
que
no morirán en el recuerdo,
y
aunque el presente, pronto será pasado,
tu
existencia siempre será
un
espectro alargado,
que
vapulea nuestro miedo
y
nos deja noches de espanto.
¿Acaso
no puedo maldecir tu voz?
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