En el lejano oriente se enamoró el sol de las gotas de lluvia, pero como era muy ardiente, solo con mirarlas las evaporó. Luego se enamoró de las nubes, pero solo con rozarlas las quemó. Día tras día se lamentaba de su desgracia. Él que tenía todo: belleza, luz, alegría, poder; no conseguía encontrar el amor sempiterno.
Ese atardecer a punto de desaparecer en el horizonte, levantó los ojos y la vio emerger detrás del magnífico campo de amapolas. Blanca, seráfica, bella y tímida. La había contemplado en otros lugares, en otro tiempo; pero en aquel instante estaba tan hermosa, que le robó el corazón. Su amor duro eternamente, pues nunca pudo tocarla; cuando ella llegaba... él se iba.
(Microrrelato de la contraportada de mi próximo libro a editar por Casa Eolo "Más allá de las amapolas" ISBN 978-84-15178-XX-X)
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